Vidas
Públicas
La Voz
Mar. 30, 2004 05:28 PM
Por Manuel Gutiérrez
Hace unos cuantos días se celebró el concurso de ortografía en español en el
Distrito Escolar Primario Roosevelt donde, como algunos saben, trabajo como
profesor. Me parece este concurso una oportunidad sana para que los niños y
jóvenes hispanos practiquen su idioma nativo: el español, precisamente.
Ahora bien, considerando que la población escolar del distrito es
abrumadoramente hispana, sería una estupidez pretender ignorar el tamaño de la
influencia que el idioma de Cervantes representa en las vidas de los residentes
del sur de Phoenix, donde el distrito Roosevelt opera.
Es el concurso, además, una tradición en un distrito al cual durante muchos años
se le ha visto con sospechas… porque se habla español. Parece ser que Roosevelt
es el más importante bastión de la guerra demagógica contra las minorías, pues
aparte del 80 por ciento de hispanos que integran su población escolar, el
restante 20 por ciento está compuesto principalmente de estudiantes de la raza
negra.
Para nadie es un secreto que el sur de Phoenix, y Roosevelt por extensión,
constituyen entidades económicamente deprimidas y políticamente reprimidas. La
reputación del sur de Phoenix como zona de pandillas, drogas, prostitución y "nacidos
para perder" es harto conocida.
Menos conocida es sin embargo la noción de que esto ha sido prohijado, alentado,
y alimentado por una casta blanca dominante que no sólo se niega a admitir las
contribuciones de sus residentes, sino que ahora quiere prohibirles que se
comuniquen o que, al menos, celebren su cultura.
Volviendo al tema del concurso de ortografía en español, resulta cuando menos
sospechoso, si no es que francamente idiota, que la flamante superintendente
asociada Margaret García-Dugan arremeta contra los funcionarios del multicitado
distrito escolar por promover este tipo de eventos. Esta aparente admiradora de
Ron Unz y pupila de Protect Arizona Now, no abre la boca para protestar otras
celebraciones étnicas que se dan en las escuelas a lo largo y ancho del estado,
pero sí se siente ofendida cuando el español entra en la ecuación.
Me pregunto para qué demonios la funcionaria estatal usa el apellido García. ¿Será
que tiene un negocio "minoritario" y necesita la justificación del apelativo
hispano? ¿Será que considera ‘chic’ portar una identidad (la hispana) que no le
corresponde? ¿O será acaso que el "García" le abrió las puertas a la nómina
oficial como empleada minoritaria? ¡Vaya usted a saber!
El caso es que la santa "señora" está ahora "mamando" de la teta gubernamental,
exhibiendo sin ningún pudor su "herencia hispana", y arremetiendo contra los que
llegaron después que ella. ¡Y todo por un simple concurso de ortografía! ¿Qué no
tendrá cosas más urgentes e importantes qué hacer en el puesto de su encargo?
Por si la "señora" (así, entrecomillado, pues Señora, se reserva para gente
decente y trascendente) no lo sabía, los hispanos que vinimos a este país de la
manera que fuere, estamos aprendiendo inglés, pagamos impuestos, trabajamos y
nos superamos en general. Nuestros hijos, "señora", merecen tanta oportunidad
del acceso a una buena educación como los suyos. No son ciudadanos de quinta
categoría, ni van a renunciar a su cultura e idioma solamente porque una miope y
torpe funcionaria como usted lo desee. Gracias por su atención.
Manuel Gutiérrez. Periodista y profesor.
mgutierrez@ashlandmedia.com
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